sábado, 23 de septiembre de 2023

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Introducción

    La fotografía debe seguir poseyendo el carácter documentalista que ha venido desempeñando a lo largo de la historia, mantener ese importante papel de notario que levanta acta de un hecho puntual o de testigo objetivo de una realidad a la que ha tenido acceso. Es algo inherente a la fotografía, una característica que no perderá nunca. 

    Pero la fotografía no es ni puede ser únicamente una fotocopia de la realidad. En toda fotografía hay, además, un punto de vista, una mirada particular que individualiza y subjetiva el hecho testimoniado. Es lógico e inevitable que la fotografía transmita también el sentir del autor, la sensación vivida en el momento del encuentro con esa realidad que se ha puesto ante su objetivo, lo que ha hecho que se le removiesen las entrañas y le ha impulsado a accionar el disparador de su cámara. Además de lo registrado en la instantánea, cada fotografía lleva consigo un posicionamiento, una manera de ver el entorno, una forma concreta de mirar. En el fondo, cada fotografía incluye la visión del mundo que tiene el fotógrafo. 

    Desde los orígenes de la fotografía, la mujer ha tenido un papel impor- tante en el mensaje fotográfico, pero no el papel que le correspondería como sujeto activo en la sociedad sino un rol colateral y discriminado, como objeto de deseo, como musa del artista, como reclamo publicitario con connotacio- nes sexuales o como modelo de belleza para el fotógrafo. Enfocando a la mujer silenciada es un trabajo basado en la propia experiencia. Después de haber fotografiado en diferentes países las acciones co- tidianas que la mujer en ellos realiza, es fácil constatar que en este mundo globalizado se le sigue otorgando un papel secundario. El trato es discriminatorio y la desigualdad evidente. 

    Captadas esas escenas y siendo conscientes del camino por recorrer, es cuestión de divulgarlas, de airearlas como crítica para denunciar que, a pesar de los innegables avances realizados a nivel global, el sistema sigue otorgando a la mujer el mismo peso y los mismos roles de siempre. Se trata de sacar a la luz a la mujer invisibilizada a la largo de la historia, para poner en evidencia lo que sigue siendo la sectaria realidad social de este siglo.

Egeria, la primera gran invisibilizada


    Si preguntamos por grandes viajeros de la historia, gente aventurera que se haya lanzado mundo adelante a conocer la Tierra, nos vienen de inmediato a la cabeza algunos nombres sobradamente conocidos, como Marco Polo, el comerciante veneciano que en el siglo XIII llegó hasta zonas entonces inexploradas de Asia Central y China, o Cristóbal Colón, que lanzó sus naves mar adentro hacia el oeste, empeñado en encontrar un camino para llegar a las Indias occidentales a finales del siglo XV. Sin duda nombres prestigiados, reconocidos, consagrados como valientes aventureros. 

     Pero si preguntamos por alguna mujer equivalente casi nadie sabría encontrar un nombre grabado en el fondo de su memoria. Sin embargo, ya en el año 381, cuando el cristianismo estaba en pañales y el imperio romano no había entrado todavía en crisis, cuando a Marco Polo le faltaban mil años para empezar a lloriquear en la cuna y muchos más para que la madre de Colón soñase con tener un hijo que un día se tropezase sin querer con un inexistente continente en medio del mar, una gallega intrépida llamada Egeria se arrancaba desde su Gallaecia natal a trotamundear por los escenarios bíblicos de Jerusalén, Egipto, el Sinaí y Mesopotamia para conocerlos de cerca y poder contárselo a sus amigas. 

    Durante los tres años que duró su viaje para visitar los lugares donde vivió y predicó Jesús de Nazaret, Egeria, toda una adelantada del moderno espíritu viajero, profundamente religiosa y perteneciente a la clase alta de la época, escribió una especie de diario de viaje con formato de cartas dirigidas a sus amigas lejanas señoras y hermanas, que denominó "Itinerarium ad Loca Sancta”, en el que iba contando todo lo que veía y hacía en los diferen- tes lugares que visitaba. Es casi seguro que si entonces hubiera habido redes sociales Egeria se podría haber convertido en la gran influencer del siglo IV, pero sin Facebook ni Instagram el paso por la historia de esta mujer ha que- dado invisibilizado a los ojos del mundo. 

    Como tantas otras, Egeria, la gallega valiente, aventurera, singular, intrépida, curiosa y decidida ha sido totalmente ninguneada.

Portada del libro

Países: Irán